Sin embargo, aquí se encuentra una de las formaciones kársticas más espectaculares del continente, una meseta que dibuja un óvalo orientado al noroeste, de 20 por 40 km, y que se eleva por encima de los llanos del sistema del río McArthur. Ciudad Perdida es el nombre que recibe su bosque de torres de arenisca, al que es preferible llegar en helicóptero, y que constituye un verdadero laberinto de pasadizos y túneles en un entorno agreste.

Estas torres están hechas en un 97 por ciento de arena de sílice, lo que llaman los geólogos arenisca de Abner, sujeta por una corteza exterior de hierro (que les da sus bonitos tonos rojos), calcita, líquenes, sílice y manganeso. Nacieron hace 1.400 millones de años, en el Precámbrico, y son dos veces más antiguas que Uluru (Ayers Rock), el archiconocido monolito del Centro Rojo del país.

Aquí no encontrarás fósiles: estas rocas se formaron antes de que apareciese la vida en el planeta. Hay indicios, sin embargo, de que en el pasado hubo pobladores aborigenes, porque en cuevas y paredes de roca pintaron siluetas de manos y otras marcas rituales. Gracias a la porosidad del sílice es posible gozar de hermosos recorridos que recogen rastros de serpientes y huellas de patas de ualabí, entre una atractiva flora mixta de la que forman parte las grevilleas y la Buchanania obovata.

Los guardas forestales están trabajando para ofrecer una red de senderos que permita conocer el arte rupestre y las formaciones rocosas de esta sorprendente parte del mundo.

La «Ciudad Perdida» en la Cordillera de Abner, en el Territorio del Norte de Australia, es un sitio fascinante pero menos conocido que se destaca por sus formaciones de arenisca que recuerdan a antiguas ruinas urbanas. Está ubicada en una región remota y su acceso puede ser desafiante pero ofrece una experiencia única para aquellos interesados en la aventura y la exploración en lugares poco convencionales.